Estrella de los vientos,
amapola de mis campos líricos
y vos brisa cándida de mis dunas
que perfumáis los dulces
iris de mi amada,
amadla hasta el fin de las galaxias.
El viento me airea el cabello
al lado de mi vieja barca
y al pie de una negra peña
donde espero mi enamorada.
Las redes las tengo a bordo
para pescar a mi doncella,
que duerme en el fondo del mar
y quiero despertar
a las olas vespertinas
y venga en las sinfonías
de las mareas
oyendo el dulce
canto de las magas caracolas,
y salte en mi barca
a darme ese beso
tan sediento en mi boca
de su boca de salsa.
Después de besarme se va
mi amada sirena,
hasta el fondo del mar
a jugar con sus peces
y yo me quedo solo
mirando al cielo,
mis ojos caen yertos
por mi sirena
y mi divina doncella,
a la que amo
hasta las estrellas,
hasta la otra
orilla del mundo;
es a ella a la que amo,
la mía musa y libella,
la que me canta
la que me besa,
la que me da su gloria
y sus estampas de seda.
Ven a mi serenita mía
ven y serás mi diosa
y lumbrera de mis días,
y la estrella que alumbrará
mis penas y mis melancolías.
Cúrame, ¡oh! cielo mío,
que todavía lloran las estrellas,
por las lágrimas derramadas
que caen de mis entrañas
y de mis iglesias.
Líbrame, ¡oh! sinfonía mía,
líbrame del llanto enamorado,
y del terrible tormento
que todavía batalla en la sangre mía.
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