domingo, 22 de diciembre de 2019


(EL PACHO O BESUGO)

(PEGELLUS ACARNE)

         El Pancho   ( Pegellus acarne) En el libro “Redes e Peixes Saberes dun Mariñeiro” de Xavier Rodríguez Vergara nos dice que el pancho es uno de los peces más tercos y más tozudos del mar a la hora de echarles el cebo para que pasen a comerlo.


A veces, aunque esté transido y muerto de hambre, por entrar a comer el cebo que le tiramos para que entre en el centro de la red, de la cuchara, prefiere aguantarse en su parapeto y ser fiel a su porfía, antes de decidirse a comer como otros peces.


Con esta actitud tan tenaz y silenciosa, es capaz de estar más de una hora  mirando para la comida y no moverse del sitio, tanto con el cebo colocado en el anzuelo, como el lanzado por nosotros desde la embarcación sobre el centro de la cuchara y también del mediomundo.

Después  de adoptar este raro comportamiento, en un momento inesperado se decide a entrar a comer, pero de una manera desesperada  y devoradora por lo que las demás especies que estaban comiendo se tienen que retirar de junto ellos porque sus vasallos lo ocupan todo y algunas de las especies que estaban comiendo  tratan de comer sobre las bandas de la red que está posada en el fondo del mar mientras que dos vientos están en la embarcación uno a proa y otro a popa para levantar la relinga del plomo de dicha arte


El otro extremo de la cuchara es la relinga del corcho que está flotando atravesada al sentido de la embarcación a doce o a catorce brazas de distancia de la barca.



         Creemos que la sombra de la red es la causa principal de su miedo, razón o motivo del porque se retienen separados por fuera de la cuchara.

Los panchos tienen la característica de que cuando ellos quieren comer comen, y cuando no, aunque les metas el cebo en la boca dicen que no y que no.


Sin embargo, en otras ocasiones sin saber por qué, entran todos juntos y de un modo agresivo que de un solo lance se cogen  todos aquellos que estaban al rededor de la red y el grupo que estaba mirando desde lejos como las demás especies comían el cebo.


Lo mismo sucede con el sedal (champelo), en los mares lejanos de la costa que tan pronto como llegan los anzuelos al fondo rellenos de cebo, ya están devorando el cebo de los anzuelos hasta el punto de que si el champelo tiene veinte anzuelos, en cada uno viene un panchote o un  besugo
      

   El pancho tiene una forma de ser que nunca se la he notado a ningún pez, además es todas una especie que se armonizan de tal modo como si una persona les mandara sentarse en esa romántica posición


La terquedad que padece este animal, es extraordinariamente excesiva, tanto para comer como para dejar de picar de repente.

Aparte de sus terquedades y de sus porfías,  distingue muy bien la sombra de los aparejos.


Por eso es capaz de estar comiendo las migajas de los residuos  del cebo que caen de las mallas para la parte de fuera de la red, antes de entrar a comer de buena manera.


Se encapricha de tal modo que se cansa de mirar para quien come.



Con la misma fuerza negativa que el se impone a si mismo,  cuando no quiere comer, del mismo modo responde de repente para devorar el cebo en un santiamén.

El pancho entró en la picaresca de la gente joven. Cuando al caer la tarde si se veía a una pareja de enamorados dirigirse a las partes donde no hubiese gente, las personas que los encontraban les decían con sorna: “ahora es cuando pica el pancho”.



Con esto se quería decir que ya iba a ser la hora de hacer el amor a escondidas. Esto se reflejaba en el conocimiento ambiental de los marineros sobre el comportamiento del pancho, porque se sabía que al caer el sol, entre luz y sombra, las aguas se oscurecían y ya era la noche; entonces el pancho se ponía a comer y a saciar el hambre con el máximo deseo de devorar todo el cebo.



Esto estaba muy metido en la mente de casi toda la gente del mar, que para los enamorados al caer la noche era la hora de hacer el amor.

El  pancho, en la cocina marinera, tanto a bordo como en casa, es uno de los platos más ricos.


En cuanto se llegaba de la cuchara, se escamaban y en seguida, sartén al fuego, y, después de bien freídos y doraditos, se comían con pan de bollo y de trigo bien esponjado  y con vino de garrafón.


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