sábado, 29 de noviembre de 2014


HECHIZO ENGAÑOSO


Cuánto yo a ti te pienso mi adorada musa

que hasta  una  sombra terrible me asombra desde lejos

vivo en la estación del cuerdo acumulado en mi pecho,

y hasta deploro los suspiros de la justicia y sentencia

de tu infidelidad progresiva que tu misma te  engulliste;

pues que llegue hasta tu  pecho que está tu  barranco silente.



Maldita  la bicha   que no te muerde sin dientes,

pero atractiva ya la eres y mientras  penetras en mis sienes

y en la borrasca de tu libre albedrío con tu  aire necio;

ya no  quiero  tus  susurros, ni sean  blancos, ni sean negros.



Ahí te queda la herencia negra para arrojarla un día por la borda,

pues  ya no  siento las tardes azuladas de tu hechizo engañoso

ni aquel  resplandor de tu cúpula poderosa y maquiavelosa, 

y todo aquel sentir rojo de tu sanguíneo poderío ponzoñento, 

hasta en el verso caprichoso de tu vileza llegó a mis playas para

ahogarme.



Ahí,  están  tus  hechos de tu fantasía silenciosa


vigilando el ave voladora por el medio de la sigilosa

y   necia sombra.



Vendrá el tiempo de la  siega y los trigales arderán como tú

provocaste y encendiste las rocas de mi tristeza y de mis

sangrientas penas. 

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