viernes, 25 de abril de 2014

PARA TUS OJOS DE PERLA



¡Oh, cielos de mis alturas,
oh, rincones de la tierra!
¿Por qué no me dais las aguas,
las que deseo beberlas?

Tú me regalas nubes
 y me regalas perlas
 y me brindas margaritas,
pedregales y riberas.

Me regalas caracolas,
el silencio y las leyendas
y me traes gaviotas
y aleluyas a mis penas.

Cuántas cosas me regalas
desde tu barca velera,
las proas de las fragatas,
el canto de las sirenas,
los bucles de espuma blanca
y el coro de las mareas.

 Un volar de gaviotas
y esas noches viajeras,
las miradas de los faros,
el gemir de las estrellas,    
y una barca solitaria…,
que va muriendo enterrada
entre fangales y arena.

Cuántas cosas me regalas
desde tus liras de seda,
desde tus lunas de plata,
desde las sombras perpetuas.

¿Por qué me das estas cosas,
que abrazan tanta belleza?

Ya no es posible creer
que haya personas buenas,
como los labios del mar
cuando a sus playas las besa.

Qué voy a darte yo a cambio,
por estas cosas tan bellas?
Solo estos versos míos,
para tus ojos de perla.

VEN AIRECILLO MÍO


Locura mía, 
esperanza de mis besos 
agua de mis manantiales pura
destino del sendero que nos guía
a los dos por valles de la selva silente.

Me embriaga el aire ávido 
para alcanzar la luz etérea de tus labios 
y el esfuerzo de quererte y sublimarte 
en la loca pasión hechicera
para mantenerte viva 
como una estrella eterna
y en el aire inerte 
tatuarte de sirena dentro de mis penas
y en los jubilosos momentos llevarte a mis islas
para alimentar mis consuelos, 
y así mitigar mis penas 
y todas las heridas que me han causado
las terribles tormentas,
que con sus dientes han consumido 
la sangre de mis arterias.

Ven a mí, airecillo mío, 
consuélame en las retinas
y en las harinas de mis molinos y exprímeme
hasta ahogarme en los cementerios
y de todas mis angustias y amargas penas.

Devórame con tu boca las mieles de mi alma
que se funde en el silente y afónico aire
y en los naufragios de todas mis barca



AMADA MÍA



Vientos de mis congojas porqué azotáis el canto de mi sirena
y me derramáis en llantos porque yo quiero quererla
y amarla hasta las profundidades más recónditas de la tierra.

Dejadme libre para llevarla hasta mis islas y hasta mi selva,
yo quiero quererla, ¡Oh! amada mía, entra por mis arterias
por las puertas de mi alma y por las murallas de mis penas
ven y encáuzame por tus arenales y senderos de tus cejas.

Caracola mía tu eres para mí una inmaculada sirena,
la espuma blanca, los remolinos y la imagen pura de la belleza.

Esponja de mis ojos, fecunda mía, eres para mí toda mi fortaleza,
y el río más caudaloso que a mis entrañas llega.

Bonita mía, brisa cándida de mis almendrales agua de mi boca,
manantial de mis estrellas, lluvia cálida de mis veredas.

Que vuelo tan bello tomaremos en el alba los dos al cielo
de la mano iremos y abriremos las puertas de la gloria y el paraíso
moriremos en el sinfín de nuestro amor y en la llanura eterna.

3. HE DE MORIR CONTIGO



Pérdida y sola estaba mi alma
al verla en silencio le dije:
“De ti se ha ido mi amada
y si he de morir contigo,
tuya es el alma mía
y si es que no muriere,
me iré de aquí a las galaxias.

Te llamaré entre ruegos
y te dejaré morir
en las auroras cristianas
para que luego regreses
como dulce peregrino,
a la última morada”

Estas fueron las palabras,
que entregué aquella vez
a mi amada al marcharse
de mi lado te irás
le dije llenas de angustia,
otras de lágrimas llenas.

Yo, triste y cabizbajo,
casi sin poder, le dije:
No te vayas, ven ocúpame
tú eres mi alma y mi vida

Ven, oh, gloria mía,
habita en mis entrañas,
y si hemos de morir
los dos sucumbamos 
por la misma razón y causa
vuelve conmigo, vuelve.

Yo sé que mueres de amor
por tu bien amada
yo también estoy muriendo
y sin poder hallarla.

Entra en mi cuerpo en vida,
entra en mi cuerpo, alma mía,
si es preciso morir, muramos,
muramos por nuestra amada.

Se levantó aquella sombra,
la sombra blanca y pura
y así sencillo me dijo:

“Morir de amor es de almas,
acércate, cuerpo mío,
carnal morada es la mía.

Entraré por tu boca,
por tu garganta y tu pecho
acamparé yo contigo
en tus blancas entrañas,
y después, si quieres,
muramos, muramos los dos,
muramos para siempre,
muramos y muramos,
por la misma causa y razón”


2. LA ENCONTRÉ Y LA AMÉ



En la desesperación
de la pálida mañana,
imaginé hallarla en la ribera
la busqué en las piedras.
y en todos los rincones 
el mar dormido estaba,
la marea en descenso reposaba
y la brisa bordaba versos
sobre la arena tejía.

Los mazaricos pasaban
en sus rápidas bandadas,
más dos garzas blanquecinas,
se hallaban en la playa,
vieron corren mi llanto
por la falta que me hacia
por la ausencia de mi amada
por la ausencia que buscaba.

Con mis cortas pupilas 
en la sombra blanca imbuía,
hallarla y mirarla de cerca,
y para palparla con mis ojos.

Hasta que la vi luminosa,
Imperiosa y tan hermosa
Allí estaba, allí lloraba
donde se mueren las barcas
donde duermen los recuerdos
de las sirenas amadas.
Lejos, en un pedregal,
donde se pudren las algas,
donde el viento osado brama
encima de las sogas.

Me fui acercando a la sombra,
a una hermosura extraña
¡Qué celestial perfección,
qué forma tan concluida!


Cuando advertí su semblante
supe que era ella, 
de rodillas me postré
para mirarla y amarla.
sentadita en una peña,
bajo su santa aureola,
estaba lánguida y triste,
pensativa y solitaria.

Por la pena mía lloraba,
lloraba por mi amargura,
sentía melancolía
al dejarme solo y triste
despojado y sin ella.

Yo le tendí mis manos
para poder consolarla,
dándole cinco mil besos,
sobre sus velos de nácar,
qué alegría tan grande
fue para mí hallarla
besarla y adosarla.


1. LA HE PERDIDO


No está en mi cuerpo,
no está en mi entraña
vacío estoy, en esta barca
se fue mi ser, se fue mi alma.

Espumas de mar
caracolas mansas
fondos marinos
trompetas de salsa
y bucles del viento
a todos, a todos os pido,
prestadme vuestras barcas.

Prestadme los cabos
para sostener las anclas
y trincar bien los juanetes,
cangrejas, trinquetes y gavias.

Quiero encontrar mi sombra,
mi alma, que se ha marchado;
siento temor de que no vuelva
a estos valles de su patria.

Si vos la veis, amigos míos
prestadle vuestras moradas
y habéis de llorar su idilio
con vuestros suaves versos.

En qué tristeza habrá caído
mi alma querida, vientos traedla,
ruego porque no venga herida;
angustias, traédmela salva.

Si vos encontráis la senda
o las tierras que ella pisa,
llamad a las brisas tristes
y a los destellos del alba.

Y vos, estrellas del cielo,
con vuestras pupilas sabias,
miradme por las arenas,
miradme si veis pisadas,
y si las viereis, decidme
qué fondo tienen sus marcas,
si en puntas de fuego azul,
si en bucles de blanca llama.
Si fueran así, llamadme,
para volar en el viento
y deciros que es mi alma.

Y si la viereis llorando
sentadita en una barca,
luces de la madreselva,
limpiádmele las lágrimas.

En este padecer cruento,
cara al cielo yo clamaba:
“Soy el triste de los tristes,
soy la noche más callada,
soy un astro moribundo,
soy una estrella sin llama”
por no poder hallarla.


VEN PRONTO LA VIDA SE ACABA



Qué feliz me has hecho hoy
cuando la luna asomaba
con el timbre de tu voz
y el canto de tus arpas.

Tú eres mi ángel celeste
la diosa de mis montañas
mas cuánto daría yo
por llegar a tus cabellos de ágata
y a tus pupilas de estrella.

!Oh! viento de mi fortaleza
gracia mía, tutela de mis batallas
arráncame esta nostalgia
que me envenena y me mata.

Sálvame y entrégame
los bucles de sus cabellos
para adosarlos en mi cara
por mis labios y mis dedos
y por todas mis entrañas.

Despliégame esta soledad 
que yo tengo y que padezco
en el silencio de mi alma.

No sé qué  diera yo,
para poder jugar contigo
en las playas solitarias,
en las costas de este amor
y de lozanas miradas.

Pero el destino es burlesco
devastando a mi cabaña,
y ahora al paso del tiempo
me entrega a mi dulce amada
sobre mis bosques floridos,
como la más bella dama,
la dama que tanto quiero
y que jamás se irá del alma
del alma y de mi pecho,
por estar idolatrada
en los poros de mi piel
y en mis ideas grabada.

Oh, diosa mía del aire,
es tu boca de escarlata
son tus ojos de olivo
y las alas de tu alma.

Quiero que volemos juntos
a las más altas montañas,
donde vivamos los dos
las grandes fiestas del alba.

Que escribamos con los labios
las leyendas más amadas,
soñando nuestros sueños
cuando el silencio se calla.

Te digo adiós amada mía,
adiós perla dorada,
ven pronto a verme
un día no muy lejano
porque la vida se acaba
y no podríamos jugar 
a nuestras cosas sagradas.