ROMANCE DEL VALLE
¿Porqué pisaste la rosa desde un
extraño fascismo
y aquella estrella de agua, que la
dejaste sin brillo?
Derribaste mi inocencia, por el poder de
un capricho,
y la sembraste descalza, para enterrar
nuestro idilio
y a nuestras sensibles almas, que se
vestían de lirio,
y en palpitantes destellos, que nos
brindara el destino.
2/
Me convertiste en tormento, por lo que
tú me has mentido.
Sino sabías cual verso, de los que
muele el molino,
sólo, tu nombre en secreto, que tú jamás
me lo has dicho,
y yo, sabía quien eras, la
molinera y el trigo.
3/
Conociendo el verso regio, y por tantos
hemistiquios,
por eso querida Sombra, mejor sería
decirlo;
pero los bosques son nuestros, todos los
mares y ríos,
como el caballo del viento, y el susurro
del lirismo.
4/
Roca inmortal te llamaba y cielos donde
escribíamos,
eras la bella sultana, con un torrente
de mimos,
yo cavilando en silencio y sometido, a
un hastío
mas tu desdén espontáneo, ha deshecho
dos castillos.
5/
Pues quiero que te recuerdes, lo mucho
que nos quisimos
desde tus dedos de niebla, desde mis
ojos de vidrio
y sabrás que yo te tengo, todavía en mis
suspiros,
y todos mis sentimientos, los tengo por
ti cautivos.
6/
Mi barca quedó sin velas, con los
mástiles partidos,
por las danzas de un quijote, que no era
Fray Toribio
ni Francico de Quevedo, ni la mano de Cirilo,
y de pronto vino un fake, con sus puñales tendidos;
y cuando una voz extraña, me decía
esto mismo.:
7/
Me clausuraste las puertas, sin tener
ningún motivo…
mas yo te pedí perdón, que no debí de
pedirlo;
¿y por qué, le has blindado, el portal a
este mendigo?
Si para él, eras su diosa,como aquel
faro encendido…
!la”Odisea”, de, Homero, cual
Eneida de Virgilio,
y las noches de Baudelaire y la pluma de
Darío! 8/
Recuerda querida Alondra, zagala de mis
molinos,
recuerda que te llamaba en las mañanas
de hastío,
desde las dunas del llanto, para vivir
nuestro idilio,
con el afán de querernos y fueres ¡el
amor mío!
y la Gaya enamorada, todo aquello…,sin decirlo,
*
todo esto en las mañanas, moraba yo
convencido
desde los atrios del cielo, y en azulado
escondrijo
y en las sombras solitarias, susurrándote
con mimos,
desde mi playa de ensueño, yo te llamaba
por hilo,
y tu loquita escuchabas, desde tu
antro escondido,
las palabras de tu amado, las palabras
de tu ídolo.
9/
Eras medusa y lamento, la inspiración de
aquel libro…,
eras la tinta y el tintero y el sagrado
canutillo.
Mis llantos se dibujaban, cual Leopardi
y Federico,
cual desdicha de Verlaine, desazón de
Don Francisco,
y sufrí la sed del viento, de Espronceda
y la de Victor,
y alcanzando el bien de Nervo, aquel
llanto se deshizo.
10/
A sí, viví yo un tormento, que
nunca será olvido;
lloren pues mis sentimientos, por los
siglos de los siglos
y alcance tus bellos ojos, y el beso,
que nunca dimos…
11/
Pero el día que me vaya, quiero llevarte
conmigo,
hasta los flecos del aire, hasta los
vientos alisios
donde se calla el silencio, y los
ecos del abismo,
para ser la mía diosa, y
sendas, del mare mío.
12/
Y si estuvieras enterrada bajo la
fosa del limbo
escarbaría los mundos, con mis dientes y
cuchillos,
hasta llegar al dantesco y al
infierno de los gritos…,
aquellos que te devoran y te desgarran
el espíritu.
13/
Pero tú,Candora mía,¡gorrioncillo de mis
trinos!
Tù, serás la mía Gavia,la ventana y el
postigo.
Espejo de mi locura, tus bucles son
mansos ríos,
tu melena es catarata; y tus manos son
de armiño,
tu boca, y la sed del beso, son tus
valles y los míos.
14/
Eras la luz de las diosas, coronada de
berilo,
reinabas con los colores, verdes,
blancos y amarillos.
Eras como nebulosa, de esmeraldas y
zafiros,
la lumbrera más amada, la que tanto yo
querido.
15/
¿Recuerda mi tierna Gaya, mi nombre has
bendecido,
desde tus sendas de dentro, cuando
salías del río…
Gaviota y un pañuelo; él se acercó y me
dijo:
En verdad, tú no estas sola, tienes un
cielo contigo;
Entonces,¿por qué blindaste, nuestro
sueño sin motivo?
16/
Pues no comprendo la turbia, ni tampoco
el aire altivo,
ni la medusa hilvanada para dejarme
sumido….,
recorriendo tarde y noche para verte en
los molinos…
17/
Debieras decir: Soy yo…,que tengo mi
pecho hendido,
e inspirada desde el alma, por un amor
tan querido.
Recuerda querida Sombra, la tarde de
nuestro idilio,
cuando tú tan linda entraste, en aquel
espacio artístico,
vestida de plata y perla, como, una
espiga de trigo.
18/
¡Ay! Qué momentos tan dulces…,que nos
burló el destino,
pero la gloria alcanzamos, bajo el
amor de un chasquido.
Pues yo estaba con ellos…,pero mis ojos
te han visto;
mis manos besan tus manos, las tuyas
besan lo mismo.
19/
Nos miramos tiernamente, nuestros ojos
encendidos,
nos dijimos tantas, cosas tantas cosas,
nos dijimos
que sin decir ni palabra, sentimos en lo
más íntimo,
aquel amor insondable que traspasaba lo
místico,
nuestras pupilas soñaban, soñaban por el
hechizo,
de aquel eterno momento que los dos
hemos vivido.
20/
Y mientras sonaba un tango, en la voz de
un gran amigo…,
era un tango de Gardel, que los dos
hemos oído,
de aquel instante glorioso, que
acariciaba al idilio,
y la locura amorosa de nuestro amor
desmedido,
que sin pronunciar palabras las
pronunció el destino;
por amarme tanto y tanto y yo por sentir
lo mismo.
21/
Y en otra divina tarde cuando, a las
nubes subimos.
yo te pedí aquel beso, pero tú no
has querido,
pero mis labios cayendo tiernamente y
encendidos,
sobre la piel de tu brazo, pero me lo
has impedido.
22/
Y al bajar por las cañadas, lentamente y
fugitivos,
yo te cogí por los dedos y tú cogiste
los míos,
dulcemente se besaron en ese momento
lindo,
parándonos en el valle, con nuestros
dedos unidos,
23/
y abrazadas nuestras manos en aquel
valle sombrío,
bajo una tarde azulada que entre los dos
elegimos;
otro glorioso momento de nuestro amor
sibilino,
mas una voz misteriosa suavemente se nos
dijo:
Váyanse ustedes del valle por tener
cierto peligro,
y ya soltamos los dedos pero nos
quedamos fijos,
mirándonos uno al otro dulcemente y
atraídos.
24/
Yo necesitaba tu boca, y aquel beso
enternecido
que hacen temblar a la tierra cuando
beso convencido;
pero tú me lo has negado quedando mi
amor herido,
y me sentí hombre paria como el más
triste mendigo,
que pide en la Noche Buena a la
puerta de su hijo,
y sin conocerlo lo echa… bajando por el
camino,
piensa y medita y se dice: ¡Ay! !Amor!
¿Por qué te has ido?
25/
Y así me lo hiciste tú, quedando mi amor
cautivo,
en la cárcel de tus ojos y en las aguas
de tus ríos,
que suenan tan melodiosos, con sus
bucles sibilinos,
así morabas en mí, oh, Sombra de mi
destino,
cuando te dije: ¿Y tú?... Al pie del
viejo Molino.
26/
He venido para verte…y también para
oíros…,
yo me sentí ya volando, y ya me
sentí querido
por la musa de mis ojos, por haberla
conocido.
27/
Aquel momento de cielo, aquel momento
divino,
pues mira querida Sombra, después lo que
yo he sufrido,
pasando a ser mi tormento, cual tesoro
más querido.
28/
No cesaba de mirarte, cuando pues nos
reuníamos,
dentro del rincón de plumas, entre todos
los amigos
para declamar los versos, cada uno con
su estilo.
29/
Dentro del roto silencio, te miraba sin
dar guiños
y en esto eras tormento, tormento y gran
martirio,
por sepultarme tus ojos, en el fondo del
abismo;
pues padecía yo tanto, locura de amor en
vivo
y enjambres de enajenado, tormentas que
yo he vivido.
30/
Por no tenerte a mi lado, como la
antorcha, de olimpo
la mujer de mis andenes, y yo para ti lo
mismo,
y darme tu tierna boca, y tus labios
encendidos
con mis ojos en tus ojos, y tus niñas en
los míos,
gozando la plena gloria, más allá del
misticismo.
31/
Pero el destino ha burlado, lo que tú y
yo sentíamos
sólo mirarte y mirarte, cuando pues nos
reuníamos
mas cuando ya
te alejabas tu sola por el camino,
perdiéndote en la distancia, mis ojos
tan tristecillos,
yo me sentía tan solo, por
no poder ir contigo,
por un tormento de flechas, de trece
años vividos,
vagando por los rincones, en solitario y
cautivo;
bebiendo aquel quebranto, derribado en
el martirio
y en la soledad delgada, que sólo yo he
padecido.
32/
Mas los llantos del pasado, son las
huellas de un hechizo;
las campanas nos anuncian, que vuelvas a
nuestro idilio,
que volvamos a querernos, como lo
escribió el destino,
y que vuelvas a decirme: ¡aquello que no
me has dicho!.
33/
Y por este fiel tesoro, que los dos
hemos tenido,
no quiero que lo abandones, por tanto
que hemos sufrido;
vas a guardarlo en tu pecho, y en tu
secreto esculpirlo,
hasta el día de mi muerte, y si quieres
por los siglos…,
y tu voz vuelva a decirme: ¡para
ti, eterno amor mío!
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