domingo, 6 de diciembre de 2015

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ROMANCE DEL VALLE 




          

¿Porqué  pisaste la rosa desde un extraño fascismo
y aquella estrella de agua, que la dejaste sin brillo?


2/
Derribaste mi inocencia, por el poder de un capricho,    
y la sembraste descalza, para enterrar nuestro idilio
y a nuestras sensibles almas, que se vestían de lirio,
y en palpitantes destellos, que nos brindara el destino.


3/
Me convertiste en tormento, por lo que tú  me has mentido.
Sino sabías cual verso, de los que  muele el molino,
sólo, tu nombre en secreto, que tú jamás me lo has dicho,
y yo sabía quien eras, la molinera  y el trigo.


4/
Conociendo el verso regio, y por tantos hemistiquios,
por eso querida Sombra, mejor sería decirlo;
pero los bosques son nuestros, todos los mares y ríos,
como el caballo del viento, y el susurro del lirismo.



Roca inmortal te llamaba y cielos donde escribíamos,
eras la bella sultana, con un torrente de mimos,
yo cavilando en silencio y sometido, a un hastío
mas tu desdén espontáneo, ha deshecho dos castillos.


6/
Pues quiero que te recuerdes, lo mucho que nos quisimos
desde tus dedos de niebla, desde mis ojos de vidrio
y sabrás que yo te tengo, todavía en mis suspiros,
y todos mis sentimientos, los tengo por ti cautivos.


7/
Mi barca quedó sin velas, con los mástiles partidos,
por las danzas de un quijote, que no era Fray Toribio
y al saltar al Noroeste, ya sentí escalofríos,
y de pronto vino un niko, con sus puñales tendidos;
y cuando una voz extraña, me decía  esto mismo.:


8/
Me clausuraste las puertas, sin tener ningún motivo…
mas yo te pedí perdón, que no debí de pedirlo;
¿y por qué, le has blindado, el portal a este mendigo?
Si para él eras su diosa,como aquel faro encendido…
!la”Odisea”,de Homero, cual  Eneida de Virgilio,
y las noches de Baudelaire y la pluma de Darío!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
Recuerda querida Alondra, zagala de mis molinos,
recuerda que te llamaba en las mañanas de hastío,
desde las dunas del llanto, para vivir nuestro idilio,
con el afán de querernos y fueres ¡el amor mío!
y la Gaya enamorada, todo aquello…,sin decirlo,



todo esto en las mañanas, moraba yo convencido
desde los atrios del cielo, y en azulado escondrijo
y en las sombras solitarias, susurrándote con mimos,
desde mi playa de ensueño, yo te llamaba por hilo,
y tu loquita escuchabas, desde  tu antro escondido,
las palabras de tu amado, las palabras de tu ídolo.


9/
Eras medusa y lamento, la inspiración de aquel libro…,
eras la tinta y el tintero y el sagrado canutillo.
Mis llantos se dibujaban, cual Leopardi y Federico,
cual desdicha de Verlaine, desazón de Don Francisco,
y sufrí la sed del viento, de Espronceda y la de Victor,
y alcanzando el bien de Nervo, aquel llanto se deshizo.


10/
A sí, viví yo un tormento, que  nunca será olvido;
lloren pues mis sentimientos, por los siglos de los siglos
y alcance tus bellos ojos, y el beso, que nunca dimos…


11/
Pero el día que me vaya, quiero llevarte conmigo,
hasta los flecos del aire, hasta los vientos alisios
donde se calla el silencio, y los ecos  del abismo,
para ser  la mía  diosa, y sendas, del mare mío.


12/
Y si  estuvieras enterrada bajo la fosa del limbo
escarbaría los mundos, con mis dientes y cuchillos,
hasta llegar al  dantesco y al infierno de los gritos…,
aquellos que te devoran y te desgarran el espíritu.


13/
Pero tú,Candora mía,¡gorrioncillo de mis trinos!   
Tù, serás la mía Gavia,la ventana y el postigo.
Espejo de mi locura, tus bucles son mansos ríos,
tu melena es catarata; y tus manos son de armiño,
tu boca, y la sed del beso, son tus valles y los míos.
14/


Eras la luz de las diosas, coronada de berilo,
reinabas con los colores, verdes, blancos y amarillos.
Eras como nebulosa, de esmeraldas y zafiros,
la lumbrera más amada, la que tanto yo querido.



15/
¿Recuerda mi tierna Gaya, mi nombre has bendecido,
desde tus sendas de dentro, cuando salías del río…
Gaviota y un pañuelo; él se acercó y me dijo:
En verdad, tú no estas sola, tienes un cielo contigo;
Entonces,¿por qué blindaste, nuestro sueño sin motivo?



16/
Pues no comprendo la turbia, ni tampoco el aire altivo,
ni la medusa hilvanada para dejarme sumido….,
recorriendo tarde y noche para verte en los molinos…
17/



Debieras decir: Soy yo…,que tengo mi pecho hendido,
e inspirada desde el alma, por un amor tan querido.
Recuerda querida Sombra, la tarde de nuestro idilio,
cuando tú tan linda entraste, en aquel espacio artístico,
vestida de plata y perla, como, una espiga  de trigo.



18/
¡Ay! Qué momentos tan dulces…,que nos burló  el destino,
pero la gloria  alcanzamos, bajo el amor de un chasquido.
Pues yo estaba con ellos…,pero mis ojos te han visto;
mis manos besan tus manos, las tuyas besan lo mismo.



19/
Nos miramos tiernamente, nuestros ojos encendidos,
nos dijimos tantas, cosas tantas cosas, nos dijimos
que sin decir ni palabra, sentimos en lo más íntimo,
aquel amor insondable que traspasaba lo místico,
nuestras pupilas soñaban, soñaban por el hechizo,
de aquel eterno momento que los dos hemos vivido.



20/
Y mientras sonaba un tango, en la voz de un gran amigo…,
era un tango de Gardel, que los dos hemos oído,
de aquel instante glorioso, que acariciaba al idilio,
y la locura amorosa de nuestro amor desmedido,
que sin pronunciar palabras las pronunció el destino;
por amarme tanto y tanto y yo por sentir lo mismo.



21/
Y en otra divina tarde cuando, a las nubes subimos.
yo te pedí aquel beso, pero tú no  has querido,
pero mis labios cayendo tiernamente y encendidos,
sobre la piel de tu brazo, pero me lo has impedido.



22/
Y al bajar por las cañadas, lentamente y fugitivos,
yo te cogí por los dedos y tú cogiste los  míos,
dulcemente se besaron en ese momento lindo,
parándonos en el valle, con nuestros dedos unidos,




23/
y abrazadas nuestras manos en aquel valle sombrío,
bajo una tarde azulada que entre los dos elegimos;
otro glorioso momento de nuestro amor sibilino,
mas una voz misteriosa suavemente se nos dijo:
Váyanse ustedes del valle por tener cierto peligro,
y ya soltamos los dedos pero nos quedamos fijos,
mirándonos uno al otro dulcemente y atraídos.




24/
Yo necesitaba tu boca, y aquel beso enternecido
que hacen temblar a la tierra cuando beso convencido;
pero tú me lo has negado quedando mi amor herido,
y me sentí hombre paria como el más triste mendigo,
que pide en la Noche Buena a la puerta de su hijo,
y sin conocerlo lo echa… bajando por el camino,
piensa y medita y se dice: ¡Ay! !Amor! ¿Por qué te has ido?




25/
Y así me lo hiciste tú, quedando mi amor cautivo,
en la cárcel de tus ojos y en las aguas de tus ríos,
que suenan tan melodiosos, con sus bucles sibilinos,
así morabas en mí, oh, Sombra de mi destino,
cuando te dije: ¿Y tú?... Al pie del viejo Molino.



26/
He venido para verte…y también para oíros…,
yo me sentí ya volando, y  ya me sentí querido
por la musa de mis ojos, por haberla conocido.





27/
Aquel momento de cielo, aquel momento divino,
pues mira querida Sombra, después lo que yo he sufrido,
pasando a ser mi tormento, cual tesoro más querido.  


28/
No cesaba de mirarte, cuando pues nos reuníamos,
dentro del rincón de plumas, entre todos los amigos
para declamar los versos, cada uno con su estilo.



29/
Dentro del roto silencio, te miraba sin dar guiños
y en esto eras tormento, tormento y gran martirio,
por sepultarme tus ojos, en el fondo del abismo;
pues padecía yo tanto, locura de amor en vivo
y enjambres de enajenado, tormentas que yo he vivido.



30/
Por no tenerte a mi lado, como la antorcha, de olimpo
la mujer de mis andenes, y yo para ti lo mismo,
y darme tu tierna boca, y tus labios encendidos
con mis ojos en tus ojos, y tus niñas en los míos,
gozando la plena gloria, más allá del misticismo.


31/
Pero el destino ha burlado, lo que tú y yo sentíamos
sólo mirarte y mirarte, cuando pues nos reuníamos
    mas cuando ya te  alejabas tu sola por el camino,
perdiéndote en la distancia, mis ojos tan tristecillos,
yo  me sentía tan  solo, por no poder ir contigo,




por un tormento de flechas, de trece años vividos,
vagando por los rincones, en solitario y cautivo;
bebiendo aquel quebranto, derribado en el martirio
y en la soledad delgada, que sólo yo he padecido.



    32/
Mas los llantos del pasado, son las huellas de un hechizo;
las campanas nos anuncian, que vuelvas a nuestro idilio,
que volvamos a querernos, como lo escribió el destino,
y que vuelvas a decirme: ¡aquello que no me has dicho!.



33/
Y por este fiel tesoro, que los dos hemos tenido,
no quiero que lo abandones, por tanto que hemos sufrido;
vas a guardarlo en tu pecho, y en tu secreto esculpirlo,
hasta el día de mi muerte, y si quieres por los siglos…,
y tu voz vuelva a decirme: ¡para ti,  eterno amor mío!