viernes, 3 de noviembre de 2017

No quiero transformarte en mis lunas hechiceras

como la brisa del monte cuando te acaricia y te besa,

en el valle de tus ojos y en las dunas de tus cejas,

en las torres de tu pecho palomares que se queman,

y arbolando los trinquetes ya se hincha la vela,

y asomando la lluvia densa yo le bebo la marea,

y el pedregal todo el y también su divina peña,

y en las noches taciturnas y una barca en tierra.
 Viene descalza y desnuda sin amor y con pena,

yo la abrazo en el agua y la beso en mi barca negra
y ya salto en tierra y en las mojadas arenas,
y en las hierbas de la playa y en las sombras muertas,
 nace una bella y lírca primavera y muere en los brazos
de su amado una de las más divinas y legendarias
 leyendas.

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