miércoles, 18 de enero de 2017

A VICENTE ALEIXANDRE (Elegía)
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Poeta de esotérica metáfora,

de opacas lunas y paraísos de gracia.
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Allí donde la profundidad del sueño
se adentra en la fantástica galaxia,
allá en lo más lejano de la fantasía,
y de la luz fugitiva,
y de la estrella sin llama;
allí supiste vencer
y creaste,
tu constelación humana.
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La de albas verdes,
la de mañanas blancas,
pinceles rojos,
luces abstratas,
irreales tonos,
cantos del alma,
ritmos celestes,
y armonías plácidas.
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Eres arcoiris,

jinete de galaxias
que vas atravesando resplandores
de la amada patria,
el cromado aposento universal
donde están las policromías, de las mañanas gratas.
Membrana cósmica que hilas el aire
con el agua, y deshaces los cielos
para hacer los mares.
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Alenxandre, querido, pluma de los glaciares,

altísimo y luminoso, sol de los pozos del aire,
y caudal de amores en el profundo palpitar del beso
cuando la dicha virginal te abraza.
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Eres luz y sombra, fuego y viento del esperado amanecer,
aquel que está más allá de los húmedos cielos
y de la amada esperanza
y del sueño, y de la permanencia del silencio,
y del intocable eco que se pierde en el tiempo,
y del ansiado devenir, de la realidad exacta.
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Tu palabra la encaramas en la más tierna e invisible metáfora,
la cubres con hilos de amor y senderos del alba,
la hermoseas con los cabellos negros y dorados de la bien amada,
como cuando cae en la yema del alma
los besos de una virgen bella con labios de nácar,
y como aquel que suspira por su amor
y le construye encima del mar,
la más hermosa de las barcas.


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Tú vives donde las espumas cantan,

donde las alamedas ríen
y se gozan ángeles y hadas.
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Tú estás allí donde tus pozos sacian

la luz de los ciegos, la sed de las almas,
y de todos los sedientos y de todos cuantos sangran.


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Tú estás allí donde las mariposas declaman,
donde las caracolas del mar elevan salves
y las sirenas que nadan en las fuentes blancas,
llenas están de mística blancura y de íntima esperanza,
mas las auroras de tu amor y de tus celestes arpas,
resbalan por tus versos y se enarbolan cándidas,
son como nubes dulces, son como sendas blandas,
que dentro de tu pecho como una estela ancha,
recorren por tus venas pasando a tus entrañas,
y esa luz del cosmos que en tu pecho batalla,
y llora en la quimera y llora en la esperanza,
son pues los resplandores que el cielo y el mar propagan
y a veces hay tormentas y danzas de las algas,
que bañan cordilleras de tus musas de salsa,
y de tantos querubines que van bogando a canto
con los brazos de hierro y pies en la bancada,
saben llegar a puerto, saben echar el ancla,
y solos con sus nubes, y solos con sus barcas
hacia la eternidad, hacia la madre patria.


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Aleixandre,

ruiseñor de abstratos y de espumas mansas,
de arpegios celestes que invaden las aguas
las esquinas del abismo y las sendas sin marcas.
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Poeta de lunas, de lunas cándidas,
de llantos perdidos
y de escenas tristes e inmaculadas.
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Antorcha de los caminos que tienen elegías y sombras románticas,
y tienen ráfagas de viento y pardas pupilas de águila,
y a veces las nuestras cuando desean ver, no hay ventanas.
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Nuestra visión ardiente la admiración consagra,
y la emoción sublime en mis amores clama,
y en esa luz profunda que tus llamas me lanzan,
o cuando me das lunas o bien cuando me hablas,
tus brindis son preludios y brindas con el alma,
y mundos que me ofrces y cosas que me alcanzas
con tus grafos de estrella, con tus chispas opacas,
con tus divinos bucles y esotéricas metáforas
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(Autor de este poema es: Javier Rodríguez Vergara..
Derechos reservados. Propiedad intelectual
Galicia España.)

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