Tu bolso a la bandolera,
colgado en tu hombro iba
y tu melena peinada
y tus manos escondidas.
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Desde lejos divisaba
una mujer conocida
con dos bolsas en la mano
en la mañana de un día.
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Y en la esquina de una tienda
la miré como de prisa,
ella sabía quien era
e intentó bajar la vista.
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Se acercó junto a la dueña
huyendo de quien seguía
la imagen dulce y adorable
de un tiempo de fantasía.
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Luego pasó por la plaza
con la mirada perdida
y aquel galán desde lejos
la fue perdiendo de vista.
T.G.L.
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