miércoles, 7 de mayo de 2014

QUIERO MORIR CON ELLA



Los edenes están verdes, 
más verdes son tus balandros 
la senda que conduce a tu vereda 
está adornada de tus divinos besos
y de las inmaculadas brisas 
que besan tus magos cabellos 
de aguas tiernas
que te suspiran con vehemencia 
como las inaccesibles estrellas.

Pequeña mía, 
eres como la chispa de luna blanca
como la cantinela de la cigarra 
en las noches cuando ella sueña,
los maderos de mi barca 
se inclinan por los dedos de tus mareas
floreciendo con las líricas 
sinfonías de la esperanza
que fantasean tus pulcras pupilas.

Compréndelo amapola mía 
y de los campos sensitivos,
Paloma de mis campiñas, 
está desesperación que tengo 
por no tenerte es más profunda 
que el abismo roto,
insondable piélago, frío y oscuro.
Amapola de mis campos libres 
cuántas veces bese tus delicados pies
y embellecido tu boca 
con las aguas de la lluvia loca.

Ven ángelus de la tarde  
lleva  a mi diosa a los mares de Venecia
y expándame en las azules albas  
y en los trigales de tus primaveras
para que me bese 
como besa el agua del mar 
a las ávidas arenas de la playa sola
encáuzame en los ríos de tus ojos 
y en tus cañaverales  de tus pestañas.

Acaríciame como acaricia la lluvia 
a los campos de la tierra árida
que bendita se inclina gratificada 
y besa los pies del cielo,
¡Oh! vientos del norte 
traedme a mi Sibilina 
hacia mi esotérica barca 
quiero morir con ella 
en las alfombras y plumas 
de sus solitarias espadañas.


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