ELIXIR DE MIS DELICIAS
Oh, vientos del alma mía
lumbrera de mis lamentos,
amor mío de mi vida
no sabes lo que te quiero,
en el silencio nocturno
y sin verte yo te veo,
y te llamo amor mío
en este sublime sueño,
que se agolpa en mi costado
y me acorrala el tormento,
en estas noches tan tristes,
que a cada momento muero,
por verte, oh, diosa mía
adosada, en mi pecho.
Con tu boca en mi boca
escribiendo nuestros besos,
desde tus cejas de luna
y cordilleras del sueño,
y en el parral de tus uvas
y veredas de tu cuello,
y morir bebiendo el vino,
ese vino que es veneno,
elixir de mis delicias
varadero de mis sueños.
SI TÚ ESTUVIERAS
EN LAS TIBIAS
SOMBRAS,
DEBAJO DEL VIENTO
EN HIERBAS SEDOSAS,
TENDIDA EN ESPUMAS.
FLOTANDO EN LAS
ONDAS,
CON SUS RIZOS BLANCOS
DE NÁCAR Y ESPONJA,
YO TE LLAMARÍA
MI REINA Y MI DIOSA.
SI TU ESTUVIERAS
EN MEDIO DE ROSAS,
Y FUERES PERFUME
DE LAS AMAPOLAS,
DE LAS CARACOLAS,
PUES TE BESARÍA
EN TU DULCE BOCA,
Y TE BEBERÍA
TU ESCONDIDA GLORIA,
QUE TIENEN TUS LABIOS
TUS OJOS DE TROVA,
TUS DULCES PUPILAS
QUE AL CIELO
ENAMORAN,
Y A UN LOCO POETA
QUE VIVE EN LA SOMBRA ,
Y TIENE EN SU MANO
UNA FLOR DICHOSA,
MÁS LINDA Y MÁS
GUAPA,
QUE NINGUNA
DIOSA.
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La voz del joven salía
y del bosque se alejaba,
y el eco se la llevaba,
y en silencio se dormía
-
la voz de joven volvía,
y su boca resonaba,
y el sonido ya volaba,
mas la boca se cernía
del joven que la lanzaba,
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El timbre que en él moraba,
tantas veces lo repetía
que el joven se divertía,
y desde su alma pensaba
-
muy contento que jugaba,
en el bosque en que vivía,
mas el muchacho un día
vio que la voz que lanzaba,
veía que el éter se la llevaba
y con él se moriría.
-
El joven se lamentaba
porque su voz se le iba
y no la recuperaba,
y dentro de él decía:
mi voz no será lanzada
porque la voz es mía,
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él pues habló con las ramas
a ver si la retenían
aquella voz que sonaba
a sublime melodía,
y el zagalejo soñaba
-
que su voz ya no se iba
y en su bosque se quedaba
y al venir el viento fresco
mejoró la sinfonía
-
entre el bosque que le hablaba
al que gozaba y se reía
por ver que su voz quedaba
en el bosque donde él vivía.
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