ELLOS Y ELLAS
Vosotros corredores de mensajes,
inquisidores de palomas,
y bebedores de la sangre
sin el verso ni la coma.
Vosotros águilas de bronce,
maquiavelos de los fraudes,
malversandores de fondos
como de nuestros caudales.
Que gloria tan deshonesta
dejasteis en las edades,
vosotros sois fratricidas,
armadores de desastres.
Ahí, os quedan los hechos
en esas viejas ciudades,
guillotinas, horcas, garrotes,
fusiles, puñales y sables.
Y vosotras viejas sombras
que por mando vos llevasteis
los rollos y pergaminos
Como heredes y Pilatos .
Qué hidolatría de ogros,
y qué decisiones de ases,
vos oiréis los oráculos
de Dios cuando os hable;
y cuando vuestra vil conciencia
mas cuando la razón os abrase.
Vosotros mercaderes de carnes…,
¿cuántos dragones tenéis con vos
en vuestros viles corrales?
No tocaréis su pabilo divino
de quien ahora os mirare
con la fuerza de su espíritu,
desde sus santos pilares.
Hartaros odres malditos
y de exóticos manjares,
vosotros cavadores de fosas
y enterradores de mártires.
Y vosotras aves nocturnas
hijas de madre y de padre,
vendedoras de ternuras
de la buena y tierna carne.
Ya veis que vuestra es la tierra
por vos manchada de sangre,
de aquellos humildes presos
y de los pobres cobardes.
y de aquellos valerosos
escritores de verdades.
¿Por qué seguís torturando
a vuestros semejantes?
Huiréis de esta maldita tierra
cuando todo se os apague,
mas la bestia sé que ríe,
se ríe, hasta del mismo aire,
de los que besan estrellas,
y lloran sus libertades
y piden que la razón,
que por una vez se alce.
Malditos todos los judas
por ser todos iguales,
y querer quemar e mundo
con ideas medievales.
Aquí hay mucho verdugo
que moran por las ciudades;
decirme quien los conoce
cuando ponen otr
DOS CORAZONES
¡Qué gloria celeste que dos corazones
desde la distancia y en honda nostalgia,
de amor se alimenten!..
¡Eres mi calandria! Diosa y “gacelita”
¿Qué tendrán tus ojos?
¿Qué tendrán tus cejas?
¿Qué tendrá tu cuello?¿Qué tendrá tu boca
cuando el torbellino tiene sed de un beso?
Cuanto amor yo respiro, sin vivir lo que no vivo,
mas viviera lo que ansío a la vera de mi amada
y en el mismo paraíso.
Si tú estuvieres conmigo, tu corazón con el mío,
estarían pecho a pecho sobre un amor desmedido,
bajo aquel místico beso para sentir sus latidos.
Luego vendría el gran fuego de repente y fugitivo,
en nuestro sueño divino, y nos quedaría el recuerdo…,
por los siglos de los siglos.
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