viernes, 6 de diciembre de 2019

ROMANCE DE UN MENDIGO
      ¿Real o creativo?

¿Por qué has pisado la rosa
desde tu pecho atrevido,
y la divina amapola
del más amado hechizo?
 -
Tiraste con la inocencia
bajo el poder de un capricho,    
sembrando la negra sombra
para enterrar nuestro idilio
y nuestras sensibles almas
que se vestían de lirio,
y del amor palpitante
que nos brindó destino.
 -
¿Qué hiciste con nuestro amor?
¿Y para qué me has mentido?
Sin haber un mar de fondo
ni olas de vientos fríos,
-
sólo tu nombre en secreto
que tú jamás me lo has dicho,
y yo sabía quien eras
mismamente ya en principio,
por versos, poemas, palabras
y por tantos hemistiquios,
por iso miña dourada
mejor sería decirlo,
-
pero los bosques son nuestros
y las montañas y ríos,
como el caballo del viento
y el susurro del lirismo;
roca inmortal que ilumina
los cielos donde escribimos
mas tu belleza poética
tiene un torrente prolífero
y la mía ya lo sabes;
un romántico perdido.
 -
Pues quiero que te recuerdes
lo mucho que nos quisimos,
desde tus manos de plata,
desde mis ojos de vidrio,
y sabrás que yo te tengo.
todavía en mis suspiros,
y todos mis sentimientos
los tengo por ti cautivos.

Mi barca quedó sin velas
con los mástiles partidos,
por vientos huracanados
derribando mis castillos,
y cerrándome las puertas
sin haber ningún motivo…
y aún te pedí perdón
sin tener que yo pedirlo,
pero ¿por qué le has cerrado
el portal a este mendigo?
Si para él eras diosa
El cañaveral y el río
las aguas de mis amores,
el cielo y mi paraíso.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
Recuerda querida alondra
zagala de mis delirios,
-
recuerda que te llamaba
asfixiado en mis suspiros
desde las dulces mañanas
para vivir nuestro idilio
con el afán de quererte
y fueres el amor mío
mi estrella iluminada
y el más sublime hechizo
-
todo esto en las mañanas
cuando mi alma y mi espíritu
clamaban con tanto amor
para llamarte amor mío
y decirte tantas cosas
susurrándote con mimo
-
desde mi playa de amores
yo te llamaba por hilo
y tú loquita escuchabas
las palabras de tu ídolo
porque ya eras mi cielo,
y dibujada en mi libro,
y por dentro de mis versos
fuiste siempre mi delirio,
y la perla de mis ojos,
la calandria de mis trinos,
arpa de mi gloria eterna
y áncora del gran lirismo.
 -  
Eras mi cielo dorado
y el cañaveral y el río,
la estrella de la mañana
y el astro de mis delirios,
el canto de las auroras
y el eco de mis principios.
 -
Recuerda zagala mía
que mi nombre has bendecido,
desde la senda celeste
con un poema marino,
gaviota y un pañuelo
“tú nombre” que era el mío.
 -
Entonces ¿por qué cerraste
nuestros sueños sin motivo?
Pues no comprendo la turbia
ni tampoco el aire altivo,
ni la mentira hilvanada
desde un oscuro cobijo,
crepúsculo de negra sombra
la sombra que me ha mentido
 -
Debieras decir: Soy yo,
aquella que está en “suspiros”
e inspirada desde el alma,
por este paria y mendigo.

Recuerda mi dulce encanto
la tarde de nuestro idilio,
-
cuando tú tan linda entraste
en aquel espacio artístico,
vestida de plata y perla
como una diosa del limbo,
                            y yo estaba con ellas…,
pero mis ojos te han visto;
mis manos besaron tus manos
las tuyas hicieron lo mismo.
 -
Nos miramos tiernamente
hasta el fondo del abismo,
nos dijimos tantas cosas
-
tantas cosas nos dijimos
que sin decir ni palabra
supimos lo que sentíamos
nuestras pupilas soñaban
por besar algo divino,
de aquel eterno momento
que los dos hemos vivido.
 -
Y mientras sonaba un tango
en la voz de un gran amigo…,
era “el día que me quieras
que los dos hemos oído,
de aquel sublime momento
que acariciaba al idilio,
-
y a la locura amorosa
de nuestro amor desmedido,
que sin pronunciar palabras
las escribió el hechizo;
por amarme hasta la muerte
y yo por sentir lo mismo.
 -
Y en otra divina tarde
cuando a las nubes subimos.
yo te he pedido un beso
pero tú no lo has querido,
pero mis labios cayendo
tiernamente y encendidos.
sobre la piel de tu brazo
que lo arrancaste del mío,
-
y al bajar por las cañadas
lentamente y fugitivos,
yo te cogí por los dedos
y tú cogiste los  míos,
dulcemente se besaron
en ese espacio divino,
nos paramos en el valle
con nuestros dedos unidos,
y abrazadas nuestras manos
en aquel valle sombrío,

-
sobre una tarde azulada
que entre los dos elegimos;
otro glorioso momento
de nuestro amor sibilino,
-
mas una voz misteriosa
suavemente se nos dijo:
Váyanse ustedes del valle
por tener cierto peligro,
y ya soltamos los dedos
pero nos quedamos fijos,
mirándonos uno al otro
dulcemente y atraídos.
 -
Yo necesitaba tu boca
con ese beso infinito,
que hace temblar la tierra
y estremecer nuestro espíritu,
pero tú me lo has negado
y mi amor quedó herido,
y me sentí hombre paria
como el más triste mendigo,
que pide en la Noche Buena
a la puerta de su hijo,
y sin conocerlo lo echan…

-
y triste se va el mendigo,
en una noche de amor
donde encontrar un cobijo,
y así me lo hiciste tú
quedando mi amor cautivo,
en la cárcel de tus ojos
y en las aguas de tus ríos,
que suenan tan melodiosos
-
con sus bucles blanquecinos,
y así morabas en mi
desde aquel primer hechizo,
que me lanzaste una flecha
y yo me sentí un Cupido,
mas ahora te enojaste
desde tu débil juicio,
-
y humildemente te ruego
que vuelvas a nuestro idilio,
y volvamos a querernos
como lo quiso el destino,
y que vuelvas a decir:
para ti dulce amor mío.

Volvamos a nuestros versos.
volvamos a ser los mismos,
queriéndonos como antes
como nos hemos querido.
y por este fiel tesoro
que los dos hemos tenido,
no quiero que lo abandones
por tanto que hemos sufrido,
-
vas a guardarlo en tu pecho
y en tu alma esculpirlo,
hasta el día de mi muerte,
y si quieres por los siglos.

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