domingo, 8 de marzo de 2015




 HIJA DEL SOL


Pasados catorce siglos

de tormentos y quebrantos,

se acercó una paloma

con su voz de ángel blanco,

me invitó a la sonrisa,

mas siguiendo su premisa,

ya se gozaron mis labios.


Fueron sus ojos de cielo

quienes mejor me adoraron,

quienes mejor me quisieron,

quienes mejor me miraron;

me dieron a beber ternura

y muchas copas de alivio.


Gracias, hija del sol,

gracias por ese abrazo,

por darme fuerza del viento

de Neptuno y de Vulcano.

¡Oh, dulce rayo de selva!

Resplandor de alto astro,

a veces eres estrella,

que no sé cuánto te diera

por esa boca de seda

y ese cuello de jaspe.


Me gustas cuando amaneces,

me gustas cuando te callas,

me gustas cuando silencias

tus dulcísimas palabras.


Me gusta verte las velas,

y verte cuando te bañas,

me gustas cuando me besas

y cuando mojada me abrazas.


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