sábado, 7 de marzo de 2015





VEN A MÍ, AIRECILLO MÍO

Locura mía, esperanza de mis besos 

agua de mis manantiales pura.

Destino del sendero que nos guía

a los dos por valles de la selva silente.

Me embriaga el aire ávido para alcanzar

la luz etérea  de tus labios y el esfuerzo de quererte

y de sublimarte en la loca pasión hechicera

para mantenerte viva como una estrella eterna

y en el aire inerte tatuarte de sirena dentro de mis penas

y en los jubilosos momentos llevarte a mis islas

para alimentar mis consuelos, y así mitigar mis penas 

y todas las heridas que me han causado

las terribles tormentas,

que con sus dientes han consumido la sangre de mis
arterias.


Ven a mí, airecillo mío, consuélame en las retinas

y en las harinas de mis molinos y exprímeme

hasta ahogarme en los cementerios

y de todas mis angustias y amargas penas.


Devórame con tu boca las mieles de mi alma

que se funde en el silente y afónico aire

y en los naufragios de todas mis barcas



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