Soy la piedra solitaria,
el pedrusco perdido,
en el espacio escondido,
y la oscuridad advertida.
Estoy debajo de la tierra
oculto, donde los ecos callan,
al lado de los daimon,
los herederos de hades.
Todo es sordina y sombra
no hay palabras sonoras
es el silencioso espacio
para mis penas y angustias.
Sé que he quedarme y morir,
en este protervo abismo
de ojales y lenguas largas,
donde no habrá luz en mi alma
ni sendas pulcras, ni anchas.
¡Qué lejos y qué hondo foso!
y qué anaconda sitiada
sobre el árbol de los lerdos
y nunca en las sabias ramas.
Ni en mis venas, ni en mi sangre,
ni en mis ojos, ni en mi alma,
ni en mi boca tengo las sombras
de los hechiceros magos
y no quiero parecerme,
a esos dueños de falacias.
Qué lejano foso me espera
yo no soy nada, ni nadie
ni fui ayer, ni seré mañana
porque el destino me hizo paria,
mendigo de todo y de nada
y protesto a su sentencia.
¡Yo soy lo que soy!
y en alegorías lo expreso.
Soy una estrella perdida
sin luz que divaga escondida
una galaxia escaldada,
aquella voz que suspira
cuando vierte tantas lágrimas
sucumbido en esta nada.
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