Qué feliz me has hecho hoy
cuando la luna asomaba
con el timbre de tu voz
y el canto de tus arpas.
Tú eres mi ángel celeste
la diosa de mis montañas
mas cuánto daría yo
por llegar a tus cabellos de ágata
y a tus pupilas de estrella.
!Oh! viento de mi fortaleza
gracia mía, tutela de mis batallas
arráncame esta nostalgia
que me envenena y me mata.
Sálvame y entrégame
los bucles de sus cabellos
para adosarlos en mi cara
por mis labios y mis dedos
y por todas mis entrañas.
Despliégame esta soledad
que yo tengo y que padezco
en el silencio de mi alma.
No sé qué diera yo,
para poder jugar contigo
en las playas solitarias,
en las costas de este amor
y de lozanas miradas.
Pero el destino es burlesco
devastando a mi cabaña,
y ahora al paso del tiempo
me entrega a mi dulce amada
sobre mis bosques floridos,
como la más bella dama,
la dama que tanto quiero
y que jamás se irá del alma
del alma y de mi pecho,
por estar idolatrada
en los poros de mi piel
y en mis ideas grabada.
Oh, diosa mía del aire,
es tu boca de escarlata
son tus ojos de olivo
y las alas de tu alma.
Quiero que volemos juntos
a las más altas montañas,
donde vivamos los dos
las grandes fiestas del alba.
Que escribamos con los labios
las leyendas más amadas,
soñando nuestros sueños
cuando el silencio se calla.
Te digo adiós amada mía,
adiós perla dorada,
ven pronto a verme
un día no muy lejano
porque la vida se acaba
y no podríamos jugar
a nuestras cosas sagradas.
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