viernes, 25 de abril de 2014

ERA ELLA



Circulaban el aire y las estrellas

el paraíso se quedó desierto

y  ensangrentado sobre la tierra

el abismo vacío y oscurecido,

vestía rojo, amarillo y cobrizo

los humos salían del barro

y cubrían las sombras

que ella había señalado.


Era ella, la matrona de la sombra,

la que divagaba por todos los senderos

y encendía sublimes piedras


Sollozaba la brisa muy triste

inclinada sobre las aguas del río.

las montañas avanzaban en besos

y se perfilaban por los espacios del silencio.


La luna estaba afligida y solitaria

y las noches todavía eran albas,

pero era ella, quien paseaba

por las sendas de su selva

y se movía a complacencia,

en la profundidad de la otra noche,

de su propia sombra.


Nada había para ella:

sólo el sabor de la sangre

y el fulgor de ver lo que había hecho...


Inflamaba la tierra,

gritaban los volcanes,

pero ella se vestía de estrella

para iluminar todos los senderos

y los tesoros de su selva.


Pero fue ella, cual hembra ingrata,

bestia, maldita e insurgente

vigorosa de aquella luz etérea

quien luego murió en la oscuridad,

y se quedó en la más profunda fosa

yaciendo en las tinieblas de su sombra.


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