jueves, 18 de septiembre de 2014

EL AGUDA DE MIS HUESOS



Mujer querida no sabría yo amarte,
pero amarte en la noche tibia
cuando las manos del cielo abren
las puertas de las estrellas y astros ardientes,
para quererte como nadie te quiso así
ama el río a sus aguas limpias y diferente,
y yo sin ver la mirada verde que se centra
en la pupila de mi amada sibilina,
se me queman las pirámides
y mis desiertos clamando de sed incandescente,
y ya vienen los vientos
y las arenas de sus dunas secas
y besan mis orillas
hambrientas del profundo deseo
que rompe en mis noches el misterio de quererte.

Oh fonibusa de mis altares
y de mis líricas estrofas
congélame en las  fosas de tus amados pechos,
mientras la mariposa canta una canción melódica,
dulce  muy  sabrosa y atrayente, 
y sus cañaverales que se aparten de las aguas
del diluvio que desbordará su mausoleo
y al molino ábranme las aguas
de sus huesos y déjenles pasar más allá  del epicentro
para que el molinero quede satisfecho

por su molienda de avena y de centeno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario