miércoles, 17 de septiembre de 2014

EL ÁRBOL HERIDO



En el arbusto dolorido hay una sombra de farolas

que alumbra a la serpiente devoradora de amapolas,

y desangra las raíces de las ideas soñadoras,

y tienen ojos de hierro y van imitando a palomas,

tienen yunques de trapo y de papel que no se moja.


Ay, qué sombra y qué serpiente con cuatro bocas se asoma

la boa, amigos, que le sirven de bufones y de adulines e idiotas,

estos guiñoles se echan suertes a ver quién baila la mejor jota

si el buen pensador o aquel necio o aquel sutil hipócrita,

pero al final cae siempre en el mantenedor

de la serpiente que tiene dientes y cuatro bocas,

e hipnotiza y cuenta cuentos a los guiñoles que son idiotas.


Ay, qué sombra y qué serpiente devoradora de amapolas;

vaya cuento, vaya historia de doña Juana la bailadora

que se divierte mirando siempre a la serpiente de cuatro bocas,

pues ya se acaba el grande baile de esta parroquia, 

y la serpiente de mucha cola pues ya no baila,

pues ya no canta esta cigarra las melodías de aquellas jotas. 



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