el embrujo en la noche abre sus puertas;
entra de blanco mirando los limbos negros.
Un trote de caballos se ven a lo lejos
ruego profundo de ríos de agua en silencio,
ya entra el cortejo y los escudos con ellos,
se ahoga el aire en la soberbia e ira del necio
y al abrir el sol las estrellas lloran y le dan aliento,
el viento y el aire y la brisa sostienen peso,
sigue el camino y mira al suelo y muerde el peso,
al llegar al alto monte lo adosan al más vil tormento.
La sangre salta a borbollones de las venas de su cuerpo
y el verbo estar escribe al lo radiante del cielo,
y el grito se eleva por el abismo en suspiro de ruego,
y la noche se oscurece y la tierra tiembla
y la voz del trueno y los rayos luminosos
rompen los pergaminos de todo el universo,
y el airecillo divino ya consumado y el tormento huye,
en silencio se duerme, calla y muere.
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