Te contemplo desde los grandes parajes
en los almendros verdes con lirios pulcros
en los lagos del sueño, aguas de mi boca
con los veleros que me llevan en silencio
a la ruta de las estrellas hasta el cielo.
Poderoso amor que vuelas sobre mi amada
mientras las brisas vespertinas descalzas
se desvisten al pasearse entre sus aires
y ella, mi dulce pochochita y calandria
me canta en los trigales, las liras mías.
Ven sibila encarcélame en tus rejas vivas
en esas primaveras tuyas y en los zarzales
que profundos me cantan amor y glorias
con los molinos de viento inmaculado
allí donde habita nuestro sublime ensueño.
Enajenado marcho cual mendigo errante
y llamo a la puerta y no se encuentra nadie
y me contesta la sombra: ¡Qué me marche!
me alejo entristecido por la voz del vulgo
acudo a ti para que me endulces con tus arpas.
Con los besos y las ánforas de tu pecho
llego a tu jardín y vuelo en tus molinos
me das trigo para gustar el agua viva
la que tengo y no bebo por vivir cautivo
y ser mendigo y hambriento de tus besos.
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