Escúchame,
oh, gloria mía.
escúchame,
perla del aire.
estate
atenta a lo que digo
y a todo lo
que te hablare.
queréis mirarme.
¡cómo no he
de amaros
si cuando me
miráis,
me miráis
amándome!
Mírame, oh,
diosa mía,
y bastará
ese instante,
ese éxtasis
de amor
mirándome.
Oh luz de
mis afanes,
¿qué tendrán
tus pupilas
que siempre
me atraen?
escríbeme en
tus ojos
las cosas
que compartes,
las cosas
que no dices,
mirándome.
Si un día
unos labios
sedientos
quisieran besarte,
llenarte de
cielos
y de
momentos incomparables,
dejarás que
brille el sol
y los
cupidos te alaben,
para
momificar tu rostro
y enternecer
ese instante.
Dime lo que
quieras,
lo que nadie
sabe,
regálame tus
ojos
mirándome.
Quisiera ser
libre,
irme de esta
cárcel,
llevarte de
este mundo,
mirándote.
Todos los
amores
que pretendo
darte,
tanto en lo
presente
cual futuro
andante,
siempre te
amaré
en un cielo
a parte,
en la
eternidad,
con amor
constante.
Tú serás mi
diosa
yo seré tu
dios,
como un rey
amante,
tan cerca de
ti,
siempre,
siempre,
mirándote.
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