Ovejita
de mis pastos de cielos admirados,
son
verdes en la brisa de la montaña,
tierra
fértil de un amor sublime del trovador
del
alto monte que tú vas besando
muy
dulcemente como las aves del cielo.
Bajo
los vientos del aquilón querido
y
del enamorado sueño, ovejita mía
como
la diosa del viento,
quiero
adorarte
con
ansias densas quiero,
secar
mis lágrimas rojas
paloma
blanca de mis tesoros
abandonando
el dulce beso
de
las orillas de mis labios;
eres
la bella zagala
la
flor encantada de amor querido.
Vientecillo
que tu galán compara
la
premura de una virgen,
inmaculada, ven
tu ovejita blanca
a
mirar al que te llama
a
los pastos de amor sublime
y
de los valles de hierba tierna
del
trovero que canta,
la
ternura inigualable.
Venid
brisas de los valles que deseo
a
elevar a mi doncella
a
los altos bosques
y
a los valles de los besos ruiseñor
de
mis cantos libres sinsonte
de
mis entrañas
y
semifusa de mis armonías,
a
ti bella estrella
luminaria
de mi ojos
y
ovejita de mis colinas,
te
llevaré en mis hombros
y
no te dejaré
perder
por las montañas,
te
guardaré en tu
redil
de oro de marfil y de plata,
tuya
será la más bella majada
de
las ovejitas blancas
y
la más bella
de
los pastizales de mi alma,
verdes
son las brisas
de
todas mis montañas.
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