domingo, 8 de junio de 2014

ROMANCE



¿Por qué has pisado la rosa
desde tu pecho atrevido,
y la divina amapola
del más recóndito hechizo?

Tiraste con mi inocencia
bajo el poder de un capricho,
sembraste tu negra sombra
para enterrar nuestro idilio
y a nuestras sensibles almas
que se vestían de lirio,
y palpitantes amores
que nos brindó el destino.

¿Qué hiciste con nuestro amor?
¿Y para qué me has mentido?
sin haber un mar de fondo
ni olas de vientos fríos,
sólo tu nombre en secreto
que tú jamás me lo has dicho,
y yo sabía quien eras
mismamente ya en principio,
por versos, poemas, palabras
y por tantos hemistiquios,
por tanto querida sombra
mejor sería decirlo,
pero los bosques son nuestros
todos los mares y ríos,
como el caballo del viento
y el susurro del lirismo;
roca inmortal que ilumina
los cielos donde escribimos
mas tu belleza oh, mi sombra,
tiene un torrente prolífero
y la mía tú ya lo sabes;
un romántico perdido.

Pues quiero que te recuerdes
lo mucho que nos quisimos,
desde tus manos de niebla,
desde mis ojos de vidrio,
y sabrás que yo te tengo
todavía en mis suspiros,
y todos mis sentimientos
los tengo por ti cautivos.

Mi barca quedó sin velas
con los mástiles partidos,
por vientos huracanados,
de los que dejan silbidos,
y cerrándome las puertas
sin haber ningún motivo…
y aún te pedí perdón
sin tener que yo pedirlo,
pero ¿por qué le has cerrado
el portal a este mendigo?
si para él eras su diosa,
el cañaveral y el río
las aguas de mis amores,
mi cielo y mi paraíso.

Recuerda querida sombra
zagala de mis delirios,
recuerda que te llamaba
asfixiado en mis suspiros
desde las dulces mañanas,
para vivir nuestro idilio
con el afán de querernos
y fueres el amor mío,
mi estrella iluminada
y el más sibilino hechizo,
todo esto en las mañanas
cuando mi alma y mi espíritu,
clamaban con tanto amor
para llamarte amor mío
y decirte tantas cosas,
susurrándote con mimo
desde mi playa de amores,
yo te llamaba por hilo
y tú loquita escuchabas
las palabras de tu ídolo,
porque ya eras mi diosa,
y dibujada en mi libro,
y por dentro de mis versos,
fuiste siempre mi delirio,
y la perla de mis ojos,
la calandria de mis trinos,
arpa de mi gloria eterna
la sombra de mi lirismo,
y el sueño más adorado
que tenía en mis sentidos
espejos de luna eras,
los bucles del manso río,
la estrella de la mañana
y el astro más encendido
el canto de las auroras
y el eco de mis principios.

Eras la diosa del cielo
coronada de berilo,
reinabas con los colores
verdes, blancos y amarillos.

Eras como nebulosa
de esmeraldas y zafiros,
y la estrella más hermosa
que alumbraba en lo infinito.

Recuerdas mi eterna sombra
que mi nombre has bendecido,
desde tu senda celeste
con un poema divino,
gaviota y un pañuelo
“tú nombre” que era el mío;
mas tú no te hallabas sola
porque yo estaba contigo,
entonces ¿por qué cerraste
nuestro sueño sin motivo?

Pues no comprendo la turbia
ni tampoco el aire altivo,
ni la mentira hilvanada
desde un oscuro cobijo,
crepúsculo de negra sombra
mi sombra que me ha mentido.

Tú debieras decir: Soy yo,
aquella que está en suspiros
e inspirada desde el alma,
por éste paria y mendigo.

Recuerda mi dulce sombra
la tarde de nuestro idilio,
cuando tú tan linda entraste
en aquel espacio artístico,
vestida de plata y perla
como una diosa del limbo,
pues yo estaba con ellos…,
pero mis ojos te han visto;
mis manos besaron tus manos
las tuyas hicieron lo mismo.

Nos miramos tiernamente
hasta el fondo del abismo,
nos dijimos tantas cosas
tantas cosas nos dijimos
que sin decir ni palabra
supimos lo que sentíamos
nuestras pupilas soñaban
por besar algo divino,
de aquel eterno momento
que los dos hemos vivido.

Y mientras sonaba un tango
en la voz de un gran amigo…,
era un tango de Gardel
que los dos hemos oído,
de aquel sublime momento
que acariciaba al idilio,
y la locura amorosa
de nuestro amor desmedido,
que sin pronunciar palabras
las pronunció el hechizo;
por amarme hasta la muerte
y yo por sentir lo mismo.

Y en otra divina tarde
cuando a las nubes subimos.
yo te he pedido un beso
pero tú no lo has querido,
pero mis labios cayendo
tiernamente y encendidos.
sobre la piel de tu brazo
que lo arrancaste del mío,
y al bajar por las cañadas
lentamente y fugitivos,
yo te cogí por los dedos
y tú cogiste los  míos,
dulcemente se besaron
en ese momento lindo,
parándonos en el valle
con nuestros dedos unidos,
y abrazadas nuestras manos
en aquel valle sombrío,
bajo una tarde azulada
que entre los dos elegimos;
otro glorioso momento
de nuestro amor sibilino,
mas una voz misteriosa
suavemente se nos dijo:
Váyanse ustedes del valle
por tener cierto peligro,
y ya soltamos los dedos
pero nos quedamos fijos,
mirándonos uno al otro
dulcemente y atraídos.

Yo necesitaba tu boca
con ese beso infinito,
que hace temblar la tierra
y estremecer nuestro espíritu,
pero tú me lo has negado
y mi amor quedó herido,
y me sentí hombre paria
como el más triste mendigo,
que pide en la Noche Buena
a la puerta de su hijo,
y sin conocerlo lo echan…
y triste se va en mendigo,
en una tarde de amor
donde encontrar un cobijo,
y así me lo hiciste tú
quedando mi amor cautivo,
en la cárcel de tus ojos
y en las aguas de tus ríos,
que suenan tan melodiosas
con sus bucles blanquecinos,
y así morabas en mí
oh, sombra de mi destino,
cuando te dije yo: ¿Y tú?...
al pie del viejo Molino,
he venido para vernos…,
y también para oíros
yo me sentí volando,
y me sentí querido
por la musa de mis ojos
por haberla conocido.

Aquel momento de luna
aquel momento divino
pues mira querida sombra
después lo que yo he sufrido
pasaste a ser mi tormento
cual tesoro más querido;
no cesaba de mirarte,
cuando pues nos reuníamos.
dentro del rincón de plumas
entre todos los amigos
para declamar los versos
cada uno con su estilo
mas dentro de mi silencio
te miraba a lo escondido
y en esto eras mi tormento,
tormento y mi gran martirio,
por sepultarme tus ojos
al más fondo del abismo,
pues padecía yo tanto
locura de amor en vivo
y enjambres de enajenado
tormentas que yo he vivido
por no tenerte a mi lado
y fueses el amor mío
y la mujer más amada
y yo para ti lo mismo
y darme tu dulce boca
para ese beso infinito
con mis ojos en tus ojos
y tus labios y los míos
gozando la plena gloria
sin importarnos morirnos
pero el destino ha borrado
lo que tú y yo sentíamos
sólo mirarte y mirarte
cuando pues nos reuníamos
mas cuando ya te  alejabas
tu sola por el camino
perdiéndote en la distancia
por mis ojos tristecillos
y ya me sentía paria
y el más hambriento mendigo,
bajo un tormento amoroso
de trece años vividos,
llorando yo por mi sombra
en solitario y cautivo;
así viví mi tormento
así viví mi martirio
y el temporal más cruento
que sólo yo he padecido
por amarte tato y tanto
he llegado a estar sumido
hasta llegue a delirar
por no tenerte conmigo.

Mas ahora te enojaste
desde tu débil juicio,
y humildemente te ruego
que vuelvas a nuestro idilio,
y volvamos a querernos
como lo escribió el destino,
y que vuelvas a decir:
“Para ti dulce amor mío”.

Volvamos a nuestros versos.
volvamos a ser los mismos,
queriéndonos como antes
como nos hemos querido.
Y por este fiel tesoro
que los dos hemos tenido,
no quiero que lo abandones
por tanto que hemos sufrido,
vas a guardarlo en tu pecho
y en tu ego esculpirlo,
hasta el día de mi muerte,
y si quieres por los siglos…,
así volverá mi sombra
a mi alma y a mi espíritu.


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