¿En qué camino he de poner mis pies?
¿Dónde mis ojos han de caer para
verte?
¿Dónde mi herido corazón
ha de encenderse para volver a adorar
los delirios de aquel amado sueño?
Las nubes me han cerrado el cielo
y las estrellas descalzas,
con sus manos blancas,
recogen mis lágrimas caídas
solitarias por los senderos del amor,
que las cuatro pupilas soñaron juntas
para poder vivir en los jardines
inmaculados que sólo el amor separa,
para quien sabe beber por las copas de
ese bien amado.
Ahora la montaña llora, no tiene flores,
sólo la soledad eterna la consagra y la
cautiva con una profunda herida en el
alma como si te sangrara el cuerpo.
El viento la peina y la besa
y nosotros solos, dentro del místico
sentimiento, todavía permanecemos y
nos sentimos…dentro de las dulces
aguas de aquel beso que nunca nos
hemos dado, como debe darse boca a boca y
con locura yo la besaría muy apasionado.
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