Alborada mía la de mis ojos
y del sentir que ahora vivo
mi luz eterna mi diosa del aire
oh, pajarillo mío,
cuanto te amo
y sobre mi pecho yo te deliro
como una reina misteriosa
y sirenita y airecillo,
la antorcha blanca la de mi alma
susurro mio,
eres mi alondra de mis cantares,
conciertos míos.
Ven diosa mía,
mariposa linda a mi paraíso,
mariposa linda a mi paraíso,
a ver los misterios
que nunca se han visto,
que nunca se han visto,
ni se han contado ni se han escrito
solo en tus venas y en mi espíritu.
Amor de mis lunas maná
celestial mi dulce rocío,
abrázame el alma
y los trinquetes de mis navíos,
por amarte tanto hechizo
de luna playa de mis auxilios,
calandria del cielo en ti resucito
mitigas mi penas y me das lo que pido,
ese beso prolongado
que causa tanto delirio.
Ay, Dios de mi alma pura lamento mío,
qué llanto de amor yo tengo
y en mi corazón recibo,
por los rayos de tus ojos
que a los míos se han prendido
para la muerte amorosa
más allá de lo infinito.
Ay, Dios de mis altos cielos
ay, mi dulce pajarillo,
yo quiero verte en la gloria
con tus besos sibilinos,
en los lagos de mi boca
y en tus blandos y mansos ríos.
Y en las alfombras del viento
y en tus labios sensitivos,
que tiembla el mundo al besarme
y se detiene el abismo,
por el beso tan profundo
con tu labios y los míos.
Que gozo tan grande tengo
por haberte conocido
pues ya moras en mi alma
y de todas mis entrañas
y en la expansión de mi espíritu,
con el caballo del tiempo
en la cabaña de sombra
con tus besos exquisitos
tendidos en la yerba seca
cual salvajes primitivos,
mientras la luna celosa
que desde lo lejos nos mira
y la silenciosa mirada
de las aguas del manso río;
ya despiertan los salvajes
de la batalla que ellos han elegido.
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