Juzgarme amigos míos
en esta vida tan larga
tan cruenta y adulona
amiga de dar palmadas.
Ay poetas en la vida
que tizna fanfarronadas,
a muchas poetisas buenas
que las llaman poetastros.
Las solteras son poetas
y también son las casadas,
unas son unas bellezas
y tremendas escribanas,
esas son del extranjero
las que luchan y trabajan,
para hacer sus bellos versos
con su ritmo y asonancia.
Pero quien tira faroles
vanidades que se palpan,
son los propios fanfarrones
con sus bocas de arrogancia,
pues aquí no hay poetas
de las épocas pasadas,
generación del veintisiete
la más hermosa de España,
pero en los tiempos de hoy
yo sé de muchos fantasmas,
que humillan a las poetisas
con su vanidad ingrata,
por eso son fanfarrones
y analistas de aduladas,
estos guiñoles tan listos
que se jactan en falsa fama,
por eso a veces yo pienso
que para mi son fantasmas,
éstos llamados ególatras
que tizan fanfarronadas.
Pero les falta un quevedo
que les diga sus falacias,
por su vanidad y orgullo
por su ignorancia quebrada,
y por hacer cuatro versos
ya se acuestan con su fama,
son vulgares y corrientes
y como ellos a patadas,
y poetisas muy buenas
son cervantinas de plata.
No me gustas mulas viejas
que tengan pico de garza,
ni cuervos que tengan lengua
ni asnos que den patadas,
con desaire furibundo
acción de fanfarronada.
Dejadme mis cantos libres,
dejadme con mis baladas,
dejadme que sea humilde,
dejadme huir del fantasma,
y de todo fanfarrón
que tiza fanfarronadas.
Juzgarme amigos míos
vosotros que sois la espada,
y podéis cortar mis versos
con vuestras finas guadañas,
y con el firme del yunque
si mis poemas engañan,
al que entiende poesía
y al maestro que se jacta,
de valorar mis poemas
pero el maestro se calla,
por no decir lo que siente
y lo que guarda en su ama,
la hipocresía lo vence
pero no, las aduladas.
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