Oh, vientos del alma mía
lumbrera de mis senderos,
cual amor de mis suspiros
no sabes cuanto te pienso,
por esos ojos de trova,
por esos labios de trébol,
y tus pestañas de vidrio,
y tu boca de embeleso.
Oh, perla de mis retinas,
cuánto yo dar por un beso
en tus labios de amapola,
trova mía de mi pueblo;
cuánto pues podría darte
y por razones no puedo,
en mi silencio nocturno
que sin verte yo te veo,
y lloro este llanto mío
y en este sublime sueño,
que se agolpa en mi costado
y me acorrala al tormento,
en esta noche tan triste,
que a cada momento muero,
por verte, oh, cielo mío
tendida sobre mi pecho,
con tu boca en mi boca
escribiendo tiernos besos,
desde tus cejas de luna
desde tus ojos de cielo,
y en el parral de tus viñas
y veredas de tu cuello.
Pudiera beber tus vinos
esos vinos que son veneno,
elixir de mis delicias
oh, sueño del alfarero.
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