Nadie me ha llamado amor;
sólo tú, hija del aire,
sólo tú, hija del viento,
sólo tú, caracola mía,
amor de melancolía
y heredera de mis sueños.
Oh, sirena de mis noches,
amapola de mis ecos,
cazadora de mis bosques,
y diosa de mis consuelos.
La que me bebe las aguas,
la que me embriaga de besos
y me entrega violines,
y los valses de sus senos,
y las grutas de su boca,
y las miradas de cielo,
y lo tierno de sus manos
y las sendas de su cuello.
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